Existen diferentes tipos de luz artificial, pero muy raramente vamos a encontrar radiación tan energética como la luz solar. Por esta razón muchos de los daños agudos que se pueden producir en los ojos con la luz natural no los encontraremos con la artificial.
Por ejemplo, una “quemadura” leve pero dolorosa de la córnea, bastante habitual si esquiamos sin protección, no la podremos sufrir delante del ordenador, por muchas horas que estemos.
La luz natural habitualmente produce una luz más difusa y homogénea además de igualdad de intensidad. Con la luz natural habitualmente el ojo está más cómodo porque se adapta a umbrales de contraste.
Al trabajar con luz artificial es más fácil que se produzcan zonas de contraste de iluminación en el mismo entorno, algo que puede fatigar más la vista. Por lo tanto, cuando se aconseja que las habitaciones de estudio tengan luz natural, lo de poner las mesas al lado de la ventana tiene su fundamento.
Por otra parte, el deslumbramiento por reflexión directa de la luz sobre superficies blancas lo encontramos habitualmente con la luz artificial. Suele ser un problema en la colocación y la intensidad del flexo.
El impacto de la luz artificial sobre nuestros ojos también se puede ver en la percepción de los colores. Según la composición de esta luz artificial, es decir si ésta es cálida o fría, podemos apreciar mejor o no los colores. Con la luz natural esto no pasa, pues esta luz es “la luz por defecto”.
Algunas iluminaciones, como las fluorescentes no son luz continua (aunque nosotros la percibamos como tal). Eso es un factor capaz de producir fatiga visual en algunas personas. Esto es importante porque las luces de bajo consumo que tanto se ponen hoy en día son fluorescentes.
Iluminación natural de intensidad media
Esta es la iluminación ideal para la mayoría de tareas que no requieren mirar a una fuente de luz directa (es decir, ordenador, televisor, etc.).
La luz natural no tiene los inconvenientes explicados antes (no ilumina de forma tan irregular como la artificial, no altera colores ni contrastes porque ella misma es el patrón de referencia, no hay efecto estroboscópico que fatigue la vista, etc). Si es una intensidad media no encontraremos los daños agudos que puede causar la luz natural.
Iluminación natural intensa
Aquí es donde puede ser aconsejable medidas de protección, normalmente con las gafas de sol (con el filtro adecuado a cada actividad), pero también podemos cuidarnos con otras medidas más sencillas como una visera, modificando o limitando nuestra actividad.
Hay varios inconvenientes en función de la intensidad de la luz y tiempo de exposición y de la susceptibilidad/sensibilidad de nuestros ojos:
Inicialmente, podemos deslumbrarnos, nos molesta tanta luz y tendemos a cerrar los ojos. Puede producir cansancio y dolor de cabeza.
Se pueden producir lesiones agudas en la córnea, en la que la luz muy intensa (normalmente la parte ultravioleta es la responsable) dañan las células de la superficie. Se llama queratopatía punteada, queratitis punctata, o queratopatía superficial.
Entre las múltiples causas está la luz excesiva (del sol, o la radiación producida al soldar, principalmente). Puede llegar a ser bastante dolorosa, pero habitualmente cura sin secuelas.
Se puede producir en días muy soleados si no tenemos precaución suficiente. Se han descrito casos de queratopatías punteadas en personas que toman el sol con los ojos cerrados, ya que el párpado no es un filtro completo para la luz solar. También nos lo encontramos en esquiadores, o en alta montaña.
En caso de una exposición de más intensidad, se puede producir un daño en la retina central, llamado maculopatía solar (que sería un tipo de maculopatía por radiación).
Podemos encontrarlo en caso de mirar directamente eclipses de sol, o si por alguna circunstancia miramos durante un rato directamente al sol o a un reflejo solar directo. Aquí podemos encontrar una buena recuperación para los casos leves (después de unos angustiosos días de pérdida visual), y en casos más severos el daño es irreversible.
Penumbra y oscuridad
Finalmente, de pequeños, a más de uno nos reprendieron por leer con poca luz o realizar tareas con poca iluminación, les podemos decir que podría ser una causa más de fatiga visual, pero realmente no hay un perjuicio orgánico en el ojo. No se nos “desgasta” la vista por ello.
Fuente: ocularis
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